martes, 20 de mayo de 2014

Las búsquedas en los sistemas automatizados para bibliotecas

Después de la aparición de los programas informáticos para la automatización de los servicios en las bibliotecas, todas las cosas cambiaron a lo interno de estas. Una revolución comenzó a operarse debido a la rapidez con que accedíamos a  la información. Los diversos lenguajes de programación han dado origen también a una variedad inmensa de software especiales para bibliotecas. Con la aparición de la web en sus varias versiones, el entorno ha cambiado tanto, que situarnos 20 años atrás,  y ver lo que hoy vemos, diríamos que estamos ante un mundo mágico, de cumplimientos de profecías, un aumento vertiginoso de la ciencia y las tecnologías de información y comunicación (TICs).

Todo esto ha influido tanto en todo lo que nos rodea, que no podemos decir que alguien escapa a ello. Estamos imbuidos hasta la coronilla de tecnologías y acceso al mundo en segundos y a la distancia de un simple click del mouse.  

En lo referente al modo de búsquedas en los programas para bibliotecas, decimos que estos obedecen a un mismo lenguaje compatible para toda base de datos. Ya sea esta para fines diversos o en el entorno bibliotecario. Existe, por ejemplo, un lenguaje casi general, conocido como SQL, el cual permite hacer consultas a cualquier base de datos relacional. A lo interno de las bases de datos este lenguaje es un poderoso motor que ejecuta las acciones de la consultas.

Cuando elaboramos una búsqueda en cualquier sistema, en realidad estamos haciendo peticiones a este lenguaje especial. Pero, como una forma de facilitar el proceso de búsqueda, se ha utilizado desde mucho tiempo, el lenguaje buleano para formar dichas consultas.....continúa.

lunes, 12 de mayo de 2014

Niveles de catalogación en las bibliotecas universitarias dominicanas

12/05/2014
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A juzgar por la cantidad de datos en las fichas bibliográficas de los libros en las distintas bibliotecas universitarias dominicanas y, consultadas vía web, aparenta ser que el nivel de catalogación, se aproxima tímidamente al nivel 2.

No puedo juzgar a priori, ya que muchas bibliotecas en líneas, hacen uso de los estándares internacionales y permitan que el usuario pueda ver la ficha catalográfica, en varios formatos, a saber: formato ISBD (fichas normales), formato de columna y formato Marc21. Pero si solo vemos un formato disponible, nos nos he posible formular un criterio verdadero de que los datos visualizados allí, sean todos los que se capturaron en el sistema.

Soy uno de los que teorizo que la catalogación realizada por los bibliotecarios nuestros, se aproxima al nivel dos y que una parte de ellos apenas trabajan el nivel uno, que es para bibliotecas pequeñas, como las escolares y públicas.

Una biblioteca universitaria no puede catalogar a esos niveles de descripción, si no mas bien aproximarse al nivel tres, que es más descriptivo y más completo.  Es cierto que sí, que algunos elementos ya dejamos de utilizar, como por ejemplo, las dimensiones del libro y el precio, tal vez, pienso, por considerar estos datos poco relevantes.  Pero sucede lo contrario con informaciones como el campo de resumen, el de biografía del autor, la nota de contenido y otras notas de interés, por considerarlos demasiado trabajoso y como una pérdida de tiempo.

Pero hay que tomar en cuenta que los sistemas automatizados no están limitados a una ficha de 5 y medio por 12 pulgadas y además de eso, el poderoso recurso de la internet, que nos permite encontrar muchas veces, las biografías de los autores, resúmenes de libros, entre otras cosas adicionales. Pues bien, en ese sentido solo se excusarían aquellas bibliotecas de menores recursos y que disponen de poco espacio en el servidor y, que ignorar estos campos sería un ahorro de espacio. Pero ¿y qué de aquellas bibliotecas que despliegan una gran inversión en sus páginas web?

Mi simple observación va orientada a los catalogadores que utilizan los recursos automatizados de sus bibliotecas. Les animo a utilizar los recursos disponibles y elaborar fichas más acabadas, con una mayor descripción que le permita al usuario saber de antemanos si ese recurso le puede o no servir y, de esa manera evitarse pérdidas de tiempo.

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viernes, 9 de mayo de 2014

Historia de la Feria del Libro en República Dominicana

Compilador Luis M. Peña


ANTECEDENTES

“En la República Dominicana de celebra por primera vez el “Día del libro” en una fiesta dedicada al libro que se llevó a efecto en la escuela primaria anexa a la Normal Salomé Ureña. Esta actividad duró del 21 al 27 de febrero del 1939, y se llamó “La semana del libro”, con el fin de instituir la Biblioteca Escolar, desde entonces, se dedicó el 21 de febrero a la celebración del “Día del Libro”. (Nivar, Consuelo. “Día del Libro”. La Nación, 23 de abril de 1951).

La Escuela Normal Salomé Ureña, desde el año 1940, fijó el día 1 de mayo para la celebración del “Día del Libro”, fecha que luego fue cambiada por la del 17 de abril, por coincidir la primera con el Día Internacional de Trabajo.

La Escuela Estados Unidos de Norteamérica escogió el día 3 de diciembre para dedicarlo al libro, celebrando esa actividad hasta el año 1950.
En algunos pueblos del interior y sociedades culturales hacía este tipo de celebración. En la ciudad de San Cristobal, por ejemplo, se celebró en el año 1945 el “Día del Libro” con una exposición patrocinada por el Ayuntamiento.

La agrupación Cultural Abside inauguró en el año 1946 su biblioteca circulante y escogió el 21 de octubre para la celebración del “Día del Libro”, fecha en que se celebraba el natalicio de la insigne poetisa Salomé Ureña de Henríquez.

El 10 de abril de 1951, por iniciativa del Presidente Trujillo, y por decreto No. 7292, se instituye el 23 de abril de cada año como el “Día del Libro” en la República Dominicana, como un homenaje al príncipe de las letras Don Miguel de Cervantes y Saavedra”.

JULIO POSTIGO: EL PRECURSOR

Don Julio Postigo, librero y pastor evangélico, fue el pionero de las ferias del libro en República Dominicana. En 1950, a sugerencia suya, se instituye el 23 de abril como Día del Libro, en honor a Miguel de Cervantes Saavedra. Un año después se realiza la primera Feria Nacional del Libro, en el Parque Colón, la cual se extendió hasta las arcadas del entonces Palacio Consistorial o Consejo Administrativo.
 El señor Postigo, quien fuera propietario de la Librería Dominicana y luego de la Librería Hispaniola, y editor de la famosa colección “Pensamiento Dominicano”, fue también el que propuso la creación del Premio “Pedro Henríquez Ureña” al libro del año, que no logró entonces gran incidencia.

 Las ferias del libro se siguieron celebrando anualmente de forma modesta, como modesta era para entonces la comercialización del libro en el país, donde apenas existían 4 ó 5 librerías de alguna importancia.

No obstante, la continuidad no fue absoluta. Se suspendió su celebración en 1956 y 1957, y luego en 1959 y 1960, que fueron años muy conflictivos políticamente. En 1961, año del fin de la Era de Trujillo, se celebró la última feria de esa etapa. La tradición se volvió a instaurar en 1967, aunque nuevamente se interrumpió en 1968.

 En ese lapso, es bueno mencionar que en 1955, para la fastuosa celebración de la Feria de la Paz y la Confraternidad del Mundo Libre, que celebrara los veinticinco años de la dictadura trujillista, se organizó la Feria Iberoamericana del Libro “María Martínez de Trujillo”, que tuvo como presidente de la comisión organizadora al doctor Armando Oscar Pacheco, a la sazón Secretario de Estado de Educación, y de secretario al doctor Manuel de Jesús Goico Castro.
Posteriormente, en 1970, el gobierno de Joaquín Balaguer realizó la Exposición Mundial del Libro y Festival Internacional de la Cultura, en el edificio que hoy ocupa, entre otros organismos públicos, la Dirección de Impuestos Internos. Ese evento excepcional, que no tuvo continuidad, tenía como director ejecutivo al arquitecto José A. Caro Álvarez y su coordinador operativo lo fue el señor Jiménez Cohén, este último de nacionalidad colombiana.


RAFAEL HERRERA, CONTINUANDO LA FERIA

En 1970, como parte de una intensa campaña para reorganizar las ferias del libro bajo un estatuto formal, se elabora el reglamento que regiría el evento. Y, finalmente, en 1973, el gobierno crea la Comisión Organizadora Permanente de la Feria del Libro a nivel nacional, mediante el decreto No. 4331, de fecha 11 de marzo de 1973, con lo que quedó institucionalizada esta celebración después de más de dos décadas de esfuerzos en este sentido.

La primera Comisión Permanente estuvo presidida por don Rafael Herrera, director del Listín Diario, tuvo al doctor Jorge Tena Reyes como secretario, y, como tesorero, al propulsor de la idea, don Julio Postigo. Los integrantes fueron intelectuales de la talla de Emilio Rodríguez Demorizi, Pedro Troncoso Sánchez, Julio Jaime Julia, Virgilio Hoepelman, Fabio A. Mota, Pedro René Contín Aybar y el doctor Anaiboní Guerrero Báez. La secretaria de Educación de la época, doctora Altagracia Bautista de Suárez, fungía de asesora. Es, pues, en 1973 cuando tiene lugar oficialmente la I Feria Nacional del Libro, en nueva etapa, con la Biblioteca Nacional como sede.

Estas sedes variarían de un año a otro. En algunos años fue el Museo del Hombre Dominicano, el Palacio de Bellas Artes, el Museo de Historia y Geografía, la Plaza Gonzalo Fernández de Oviedo (Fortaleza Ozama). Desde 1983 tuvo como espacio fijo la Plaza de la Cultura “Juan Pablo Duarte”, donde se estuvo celebrando de manera initerrumpida hasta 1995. En 1996 el gobierno no prestó su concurso para la celebración, con lo que se interrumpió el evento que llevaba 23 años de realización anual.

En 1973 se crean, para reforzar la Feria, los Premios Nacionales de Literatura, de la Secretaría de Estado de Cultura y la Dirección General de Cultura, del mismo organismo, que pasó a presidir el doctor José Tena Reyes.

Las ferias honraron siempre un gran representante de nuestras letras. Entre los honrados figuraron Flérida de Nolasco, Juan Pablo Duarte, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, Tulio M. Cestero, Eugenio María de Hostos, Héctor Incháustegui Cabral, Domingo Moreno Jimenes, Pedro René Contín Aybar, Fernando Arturo de Meriño, Pedro Henríquez Ureña, Vetilio Alfau Durán, Máximo Gómez, Manuel A. Peña Batlle, Máximo Avilés Blonda, Ercilia Pepín, Camila Henríquez Ureña y Salomé Ureña de Henríquez.

En 1978, el doctor Tena Reyes es reemplazado de la Comisión Organizadora por el señor Pedro Bisonó, propietario de la Librería América, quien permanecería en el cargo hasta 1985.

  
DE 1985 A 1995

En 1985 se transforma la composición del grupo organizador y se designa, mediante decreto No. 2968, del presidente Salvador Jorge Blanco, una nueva Comisión, presidida por el doctor Raymundo Amaro Guzmán. Don Rafael Herrera pasó a ser Presidente de Honor. El poeta Cándido Gerón fue designado para sustituir al doctor Tena Reyes como Secretario, y los demás miembros fueron don Julio Postigo, Emilio Rodríguez Demorizi, Bernardo Vega, Pedro Troncoso Sánchez, Máximo Avilés Blonda, Marisol Florén, Maximiliano Arturo Jimenes Sabater, Fracisco a Polanco, Teresa Peña, Marianne de Tolentino, José Luis Corripio y Leonte Brea. La secretaria de Educación, doctora Ivelisse Prats de Pérez, fungía como Asesora.

En 1987, el decreto No. 183-87, dictado por el presidente Joaquín Balaguer, otorga carácter de “jurisdicción nacional” a la Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro y la hace depender de la Presidencia de la República; así también la constituyó como órgano de Derecho Público con autonomía funcional y administrativa. El mismo decreto establece que su presupuesto estará consignado en la Ley de Gastos Públicos de la Nación. Se confirma como presidente al doctor Raymundo Amaro Guzmán y se incorpora al licenciado César Herrera como vicepresidente; también se nombró a Luis Rivas Encarnación, a la sazón Director General de Cultura, como secretario. Los nuevos integrantes son: José Israel Cuello, Pedro Bisonó, José Rafael Lantigua, Salvador Pérez Martínez, José Ángel Saviñón, Jorge Tena Reyes, Daysi García, José Rijo, Virgilio Hoepelman y Manuel de Jesús Goico Castro, entre otros. El secretario de Educación, Pedro Pichardo, se constituye en asesor.
En años siguientes, se incorporaron nuevos miembros, como cuando, en 1992, los señores Manuel Rueda, Manuel García Arévalo y Miguel González Cano sustituyeron a los miembros fallecidos Pedro Troncoso Sánchez, Manuel de Jesús Goico Castro y César Herrera. Igualmente, Virgilio Díaz Grullón sustituyó al licenciado Virgilio Alcántara, al pasar éste a residir fuera del país.

Ese mismo año de 1992, la Feria adquirió la denominación temporal de Feria Iberoamericana del Libro “Pedro Henríquez Ureña”, y se realizó, en vez de en el mes de abril, en el mes de octubre, para que coincidiese con la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento de América.

 Con la ampliación del comercio del libro y la apertura de nuevas y modernas librerías, además de la producción inusitada de obras de autores dominicanos, la Feria del Libro quedó institucionalizada con estas celebraciones anuales que se convirtieron en la mayor fiesta cultural del país hasta nuestros días.

Cuando se inauguró la primera etapa de la Feria del Libro, apenas existían las librerías Dominicana, en la calle Mercedes; Duarte, en la calle Mercedes con Arzobispo Meriño; San Pablo, de las hermanas Pepén. Posteriormente, nacieron el Instituto Americano del Libro, en la Arzobispo Nouel; La Trinitaria, en San Carlos; La Hispaniola, en la calle 19 de Marzo; Disesa, en la calle Hostos, y la Editora Colegial Quisqueyana, en Plaza Naco. Más adelante, Mateca, Lope de Vega, Herrera, Hostos, Avante, América, Editorial Padilla, Casa Cuello y, para mediados de la década de 1990, Cuesta-Centro del Libro. Desde la década pasada, surgieron diversas librerías en todo el país, a lo que debe sumarse el número de tiendas por departamentos que incluyen áreas de librería.

JOSÉ RAFAEL LANTIGUA, INTERNACIONALIZADOR DE LA FERIA

Hasta la edición número 23 de la Feria Nacional del Libro, el patrón de ejecución fue el mismo, con algunas variantes impuestas siempre por circunstancias económicas y programáticas. Es a partir de 1997 que la feria se moderniza y cambia su esquema organizativo gerencial, al producirse el decreto No. 44-97, de fecha 28 de enero de 1997, dictado por el presidente Leonel Fernández Reyna, que creó la Comisión Permanente de la Feria Nacional del Libro, esta vez presidido por el licenciado José Rafael Lantigua; la 
Comisión tuvo también como secretaria a la doctora Virtudes Uribe, propietaria de la Librería La Trinitaria, y al señor José L. Corripio como tesorero.

Se cambió el formato, la filosofía, los objetivos y hasta la sede. La feria se trasladó al antiguo Parque Zoológico y Botánico. El propio Lantigua, ante la falta de una denominación oficial del lugar, la denominó Plaza del Conservatorio, por ser el lugar donde se ubica el local que alberga al Conservatorio Nacional de Música.

En 1997 se hizo la primera prueba para feria internacional, al invitar a 40 editoras de 8 países: España, México, Venezuela, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico y Cuba. En anteriores eventos, estos dos últimos países siempre tuvieron una activa participación. Se incluyó la presentación de renombradas figuras de las letras internacionales, como el uruguayo Eduardo Galeano, y se dedica la feria a la exitosa escritora dominicana Julia Álvarez y al escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez. La feria honró a Salomé Ureña de Henríquez en el Centenario de su muerte.

Se establecieron varios récords y distinciones: la mayor feria del libro de la historia dominicana; mayor cantidad de expositores; más amplio espacio físico para un evento de este género; mayor participación internacional; primera en que participa un notable grupo de escritores extranjeros; primera que realiza un ciclo de coloquios donde toman parte unos 50 escritores dominicanos; primera que dedica cada día a un gran escritor criollo; primera que dedica un espacio exclusivo para los niños y jóvenes; primera que celebra un coordinado programa de espectáculos artísticos; primera que presenta un espectáculo inaugural y de clausura especialmente concebido para la feria; primera que entrega stands uniformes con anaqueles y escritorios; primera que el Presidente de la República visita cuatro veces durante los diez días del evento. Todo ello, unido a un nuevo esquema organizativo y gerencial, hicieron de esta la feria más concurrida hasta ese entonces: alrededor de un millón de personas pasó por el parque ferial durante esos diez días de celebración, del 24 de abril al 4 de mayo de 1997.

En 1998, en que la Feria Nacional del libro cumplía sus veinticinco años de existencia, se inició la tercera etapa de estas ferias, con la decisión de convertirla en feria internacional. Desde entonces, para cada año se escoge una nación como país invitado de honor y se dedica a una importante figura de las letras. En 1998 el país invitado fue España, y se dedicó a la Generación del 48. En 1999 la feria tuvo a México como país invitado y se dedicó a Pedro Mir. En 2000, la feria tuvo como país invitado a Francia y rindió su dedicatoria a Juan Bosch.

DESDE 2000 A 2004

En el año 2000, la Feria Internacional del Libro pasó a ser presidida por el intelectual y narrador Carlos Esteban Deive. El evento tuvo continuidad, lo que contribuyó a mantenerlo en el cronograma cultural del país. Se mantuvieron intactos algunos elementos establecidos desde el lanzamiento internacional del evento, como la dedicatoria a un país y la celebración del Premio Eduardo León Jimenes al libro del año.

 En 2001, el país invitado de honor fue Chile, mientras que la dedicatoria recayó sobre el importante poeta dominicano Manuel del Cabral. En 2002, la Comisión Permanente para la Celebración de la Feria del Libro (que era como se llamaba), dedicó la feria a Venezuela y rindió honores a Pedro Henríquez Ureña. En 2003, el país invitado fue Cuba y en 2004 Puerto Rico. En esos dos últimos años se rindió homenaje a Eugenio María de Hostos y a Pablo Neruda, respectivamente, con lo que se varió la costumbre de dedicar el evento a escritores dominicanos.

De la celebración de esta etapa, resaltan el Pabellón de Literatura, donde se concentraba gran parte del programa literario, y continuó teniendo un encanto especial el programa de espectáculos, celebrado principalmente en la Cueva de Santa Ana.

LA FERIA REGRESA A SUS PRINCIPIOS ORIGINALES

En 2005, la dirección general del magno evento ferial retornó a sus orígenes, en cuanto a la calidad de organización y contenidos, gracias a las preocupaciones de José Rafael Lantigua, ahora secretario de Estado de Cultura. La Dirección General de la Feria del Libro pasó a ser dirigida por el Lic. Alejandro Arvelo y el escritor Pedro Antonio Valdez, director general y director ejecutivo, respectivamente. Se dispuso, por instrucción de la Secretaría de Estado de Cultura, retomar la Feria para volver a convertirlo en una gran fiesta del libro de repercusiones continentales. Como parte de este plan, la feria fue movida de la Plaza del Conservatorio, para realizarla en la Plaza de la Cultura Juan Pablo Duarte. Con el traslado se buscaba aprovechar un área mejor urbanizada, con mayor cantidad de salas, área verde mejor conservada, museos y edificaciones destinadas para la cultura.

 El éxito apareció en la primera convocatoria, la de 2005. Se eliminaron viejos stands, que ya habían cumplido su ciclo de vida, y se elevaron estructuras nuevas, más modernas, frescas y adecuadas. Se construyeron varios pabellones conmemorativos y funcionales. Uno de ellos, el Pabellón de Autor@s, dio formalmente cabida a escritores y escritoras independientes, para que pudieran, sin necesidad de alquilar un stand, vender sus libros al público. Se recuperó la Tribuna Libre, para dar cabida a diversas actividades del pensamiento. Se rediseñó el equipo de coordinadores, de manera que se pudieran cubrir los diversos aspectos de manera especializada. En este tenor, fueron creadas nuevas coordinaciones, como las de Participación Escolar y la de Participación Universitaria. 

 En este nuevo espacio, el programa cultural se amplió de manera considerable. El nuevo campo ferial alojó más de 2,000 actividades, desde presentaciones de libros y conferencias hasta obras teatrales y espectáculos culturales. Con este nuevo formato, se ha logrado un programa cultural amplio, diverso y siempre en camino hacia lectores y lectoras, lo que ha convertido el evento en un verdadero Festival Cultural que tiene al libro como centro, inicio y fin.

En 2005 la feria fue dedicada a Aída Cartagena Portalatín, con lo que se rendía honor por primera vez, en la faceta internacional, a una escritora, y con lo que, además, se recuperaba la costumbre de dedicarla a autores o autoras de nuestro país. El país invitado de honor de ese entonces fue Italia. En 2006, el evento tuvo como país invitado de honor a Argentina y rindió homenaje a Marcio Veloz Maggiolo. En 2007, con motivo del décimo aniversario, la feria tiene como país invitado de honor a Colombia y rinde tributo al importante poeta dominicano Franklin Mieses Burgos.

En la actualidad, se acabó de realizar la XVII feria internacional, del 24 de abril al 5 de mayo, con Panamá como país invitado.

ULTIMAS NOTICIAS

“La XVII versión de la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2014 (FILRD) concluyó anoche con un acto donde se dieron cita los organizadores del evento, presididos por el ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, quien adelantó que para el 2015 el País Invitado de Honor será Perú.

Tras hacer el anuncio, el escritor Pedro Antonio Valdez, director ejecutivo de la FILRD, el ministro Rodríguez entregó a Enrique Palacios Reyes, embajador plenipotenciario de Perú en República Dominicana, la carta que lo acredita como País Invitado de Honor a la versión del 2015 de la Feria Internacional del Libro.

El embajador Palacios Reyes agradeció la distinción y dijo que Perú estará a la altura de la responsabilidad que representa la digna invitación de la República Dominicana.
En el acto, además, habló Juan Domingo Moreno, biznieto del poeta Domingo Moreno Jimenes, quien agradeció la dedicatoria y se refirió a su familiar como “un lector infatigable en todo y un hacedor de lectura y lectores”.

Agregó que para Moreno Jimenes, a quien fue dedicada la feria, tenían gran valor los niños y los jóvenes, que aparecen en muchos de sus cantos y sus escritos.

El ministro consejero de la embajada de Panamá, Víctor Lee, también se dirigió a los presentes para agradecer la invitación que República Dominicana hizo a su país para participar en calidad de Invitado de Honor en la décimo séptima versión de la feria.

En nombre de la Dirección de la Feria del Libro habló el escritor Pedro Antonio Valdez, quien valoró la participación de escritores, editoras y el público durante los doce días de jornada ferial.
El acto fue celebrado en la sala Carlos Piantinni del Teatro Nacional Eduardo Brito, donde se dieron a conocer los editores y libreros más destacados durante los doce días de feria, además, las personas que participaron en más actividades, que fueron el poeta Mateo Morrison, Héctor Brea Tió y Salvador Gómez.

En el renglón de expositores internacionales fueron reconocidos: El mundo de los mini libros, de Perú; Ediciones Amargord, de España; y Ediciones Paulina, de Colombia.
En la categoría de “Stands de expositores dominicanos” fueron galardonadas: Librería Luna, por la mejor presentación de mercancía; Liga Bíblica Municipal del Hogar, por la mejor oferta de precios; y Librería Jesús, por la mejor exposición de libros usados.

En la premiación para “Expositores-editores dominicanos” fueron galardonados: Bijosa TTS, por mejor diseño de espacio; Editora Corripio, por mejor presentación de mercancía; y Editora Santillana, por mejor variedad bibliográfica.

En el renglón “Pabellones comerciales de libros” resultaron ganadores: el Grupo Cantoral, por la mejor oferta de precios; la Librería Jurídica Global, por mejor diseño de espacio; y José Libros y Más, por mejor exposición bibliográfica.

El ministro José Antonio Rodríguez resaltó la labor de las más de 1,500 personas que directamente colaboraron día a día para lograr que la feria alcanzara la meta de ser un espacio cultural, literario y, sobre todo, educativo.

Resaltó la implementación de BonoCultura, una facilidad otorgada por el Ministerio de Cultura, conjuntamente con el Ministerio de Educación, que los estudiantes y el público en general pudieron intercambiar por libros que oscilaban entre los 100 y 400 pesos, totalmente gratis.

Esta versión ferial, fue dedicada al poeta Domingo Moreno Jimenes y como País Invitado de Honor tuvo la participación de Panamá; presentó novedades diversas que fueron del agrado del público y que desde ya se espera sean emuladas en versiones próximas, como es el caso de BonoCultura.

La mesa de honor del acto estuvo integrada por el ministro Rodríguez, Víctor Lee, ministro consejero de la embajada de Panamá en el país; Valentín Amaro, director general del Libro y la Lectura; Pedro Antonio Valdez, director ejecutivo de la Feria del Libro; y Juan Domingo Moreno, bisnieto del poe”.

FUENTES


Jiménez, Élida. “Reseña del desarrollo de la Bibliotecología en Santo Domingo”.  Santo Domingo : Biblioteca Nacional, 1986. Págs. 35-36.

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